Hormiguitas – Angélica García
“HORMIGUITAS”
En una pequeña iglesia de pueblo, cada domingo, una hermana llamada Mercedes se va al templo desde muy temprano, para limpiar y acomodar todo de manera que quede resplandeciente y ordenado. Desde las siete de la mañana hacen su labor ella y su equipo de hormiguitas, como les dicen los demás miembros de la congregación, porque ese pequeño grupo de hermanas no paran de trabajar en lo que se ofrezca y si no se ofrece nada, ellas se lo inventan, pero nunca dejan de estar haciendo algo para la congregación.
Mercedes es la “capitana”, ella dirige todo porque es la menor de las cinco, ¡cuenta apenas con 70 años! Todas ellas son mujeres de Dios, amadas por todos, admiradas por todos, porque se conservan activas y siempre animosas a pesar de su edad y sus achaques. Ellas son las que cocinan cuando hay convivios, ellas son las que adornan con flores el templo cuando hay una boda, ellas cosen túnicas blancas cuando hay bautismos, están siempre dispuestas, siempre activas y pendientes para ayudar en lo que se necesite.
La hermana Filomena es la mayor, a ella la adoran los niños, porque gusta de contarles historias bíblicas de una manera que solo ella sabe hacerlo. Los niños se arremolinan a su alrededor y pasan horas escuchándola. Filomena es maestra retirada, pero sigue dando clases en la escuelita dominical y siempre dice en tono amenazador: “¡de aquí no me jubila nadie!” Así que su pastor le concedió el puesto vitalicio de maestra de historias bíblicas.
Las hermanas hormiguitas son todas viudas, pero nunca alguna de ellas se ha quejado por sentirse sola. Ellas proclaman todo el tiempo que el Señor es su marido fiel y que Su compañía es permanente, así es que no conocen la soledad. Son hormiguitas también en lo espiritual, porque son las primeras en presentarse cuando se necesita interceder por alguien, pareciera que están hechas para dar consuelo y ánimos a todo aquel que lo requiera. Cualquier hermano o hermana que ha pasado por momentos difíciles, ha tenido el apoyo constante y desinteresado de las hormiguitas. Ellas no permiten que nadie se sienta solo y sin ayuda espiritual. Las hormiguitas nunca dejan de visitar a los enfermos, nadie en su congregación puede decir: “estuve enfermo y nadie de la iglesia me fue a visitar”. Siempre se presentan las hormiguitas donde hay necesidad. Cada hormiguita tiene un corazón bondadoso y compasivo.
Las hormiguitas nunca andan en chismes ni habladurías, nunca se quejan, nunca se muestran inconformes, todo lo aceptan con alegría y agradecimiento a Dios. Son verdaderas hijas de Dios, agradecidas, fieles y llenas de amor por los demás.
En todas las iglesias hay hormiguitas que trabajan constante y fielmente para Dios y su congregación. Ellas deben ser reconocidas, porque aunque quizá algunas físicamente, no puedan hacer mucho a causa de su edad o su salud, pero siempre están ahí, su sola presencia es un testimonio de fidelidad que sirve de ejemplo a los más jóvenes. Mujeres de Dios que al paso de los años y en innumerables ocasiones han testificado de lo que Dios ha hecho en ellas, que no se han quedado calladas, que no se han avergonzado del evangelio, sino que han proclamado las maravillas de Dios en todo momento, esas mujeres virtuosas que hasta hoy siguen siendo fieles, son perlas genuinas que adornan las congregaciones. A ellas les debemos respeto, cortesía y sobretodo, busquemos seguir su ejemplo. Dios las bendiga a todas.
Mujer ejemplar, ¿quién dará con ella? Su valor excede al de las piedras preciosas. Proverbios 31:10
Escrito por: Angélica García Sch.
Para: www.mujerescristianas.org